A unos dos mil trescientos metros sobre el nivel del mar se sitúa el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada, un lugar donde deportistas de élite se preparan para las duras temporadas de competición. Se encuentra allí, entre otras cosas, porque está demostrado que la atmósfera que se respira a esas alturas contribuye positivamente a un mayor desarrollo de la resistencia y de otras capacidades necesarias para el deporte.

Un campamento de verano es un Centro de Alto Rendimiento para niños y niñas.

Durante quince días convivimos en un gran campo de entrenamiento donde se pueden potenciar muchas habilidades necesarias para un curso que siempre es muy exigente, sobre todo con niños y niñas, sometidas a altas cargas de trabajo y a las que cada vez se les pide dar más de sí.

Rodeadas de naturaleza y sin la obligación de cumplir un programa a rajatabla, aquí no hay calificaciones ni segregaciones, aquí nadie es más o menos según las notas que saca y esa libertad únicamente moderada a través de unas normas de convivencia consensuadas y unas líneas muy claras de intervención pedagógica, serían capaces de cosechar jugosos tomates en el más árido de los desiertos (sin trampas de invernadero, estoy hablando de tomates de verdad).

En periodo de vacaciones las mentes se abren ya que no están sujetas al funcionamiento del resto del año. ¡Si!, ¡hay horarios y rutinas!, y también podemos profundizar en todo aquello a lo que no se le da importancia en una vida cada día más acelerada y que no tiene tiempo de potenciar la solidaridad, el buen trato, el respeto y la buena convivencia.

Porque en un campamento hay tiempo de sobra para eso y más.

Por ejemplo, podemos aprender a identificar la Osa Mayor, ver Marte, perder el miedo a nadar, despertar aficiones e incluso querer aprender una profesión. Yo mismo, sin ir más lejos, perdí el miedo escénico en un campamento de verano, cuando era niño. Hubo un concurso de talentos y ahí que me presenté. No recuerdo el resultado pero si sé que gracias a eso me puedo dedicar hoy en día a la música. Las gestas y logros individuales comienzan en un ambiente grupal óptimo y convivir durante veinticuatro horas con un grupo de iguales que ya conoces y en un ambiente como el que ya he comentado más arriba es un chute de energía y motivación incomparable.

El equipo educativo y los niños y niñas que participan somos capaces de construir, trabajando codo a codo, un oasis artificial en medio de un mundo lleno de gente corriendo para subirse en el metro, lleno de gente resoplando por tener que esperar una cola y tocando el claxon milésimas de segundo después de que se abra un semáforo para el paso los coches.

En este último campamento de verano, el más difícil hasta la fecha debido a una pequeña pandemia, una niña resumió el valor pedagógico del campamento en un par de frases.

Preguntó a una persona del equipo educativo:

– “¿Tú tienes sobrinos?”

– “No, ¿Por qué?”, respondió el educador.

– “No sé. Porque como nos tratáis a nosotros tan bien… que me imagino la suerte que tienen que tener vuestros sobrinos.”

Artículo publicado con motivo de la actividad de Campamento de Verano que tuvo lugar en Navacepeda de Tormes durante el verano de 2020.

Autor: Alberto Sánchez, educador en la Asociación MASI.